Si «Yo soy la fuente», ¿Quién crea el amor o egoísmo que reina en mi vida?. Esta es una pregunta que nos invita a repasar nuestras experiencias vividas y a reconocer quien ha sido el responsable de nuestros logros. ¿Qué hemos logrado hasta ahora?, y ¿qué somos capaces de lograr?.
Reconozcamos también donde ha ido a parar todo aquello que, a lo largo de nuestras vidas, hemos llamado problemas. Han sido tantos, y tantos han encontrado solución. ¿Quién los creó, y quién los solucionó?
Reconocer nuestra responsabilidad en todo lo que nos ha sucedido, bueno o malo, y abrazarnos a la dicha de saber que entre el problema y la solución, hemos encontrado un camino de aprendizaje que nos ha hecho crecer como seres humanos y nos ha llevado a reconocer qué tan capaces somos de auto equilibrar nuestras cargas, es de por sí sanador.
Ciertamente nuestras decisiones, acertadas o no, nos han traído consecuencias que hemos calificado como positivas o negativas, y reconocerlo nos hace conscientes del poder que todos tenemos para crear nuestras experiencias y aprender de ellas.
Todo lo que hemos experimentado hasta ahora ha sido gracias a nuestro poder creador. Es por ello muy importante reconocer que «Yo soy la fuente creadora del amor o egoísmo que reina en mi vida».
Nadie te da nada, tú eres la fuente.
Vas a recibir lo que des.
Das lo que estás siendo, pues esto te estás dando.
(Anónimo).
Yo soy la fuente creadora de amor
Siempre hemos asociado las “bendiciones” con hechos muy positivos que han influenciado en nuestro bienestar personal y han contribuido a mejorar nuestras vidas, sin embargo, si volvemos a repasar nuestra lista de bendiciones recibidas, y buscamos bien, veremos que hemos tenido experiencias que han sido calificadas como negativas, y que a corto o mediano plazo, han resultado ser una bendición.
Cómo ejemplo de ello podríamos hacer referencia a una ruptura sentimental. Cuando esta ocurre, el dolor, la desilusión, la tristeza y la pena hacen estragos en nuestras vidas, y el sufrimiento profundo nos embarga hasta que muy despacio, vamos superando la desdicha y reconociendo que, al final fue lo mejor que nos pudo pasar.
Lo anterior nos habla de una experiencia negativa, que fue creada por nuestras propias decisiones, y que al final entendemos cuan cultivadora fue nuestra relación sentimental, que aunque rota, nos ayudó a crecer como seres humanos, nos permitió conocer etapas de nuestra propia personalidad que seguramente no conocíamos, y que ahora nos complementan.
¿Acaso se le puede llamar experiencia negativa, a ésta que nos permitió crecer y evolucionar a través del dolor?
El dolor y sufrimiento son sentimientos profundos de desdicha que nos permiten reconocer su opuesto… La felicidad.
Si analizamos este ejemplo, podemos entender que aquello que juzgamos como positivo o negativo, simplemente es una percepción del ego, ya que en conclusión, la experiencia nos trajo la bendición de conocernos aun más a nosotros mismos, dándonos nuevas herramientas para continuar nuestro camino de amor con mayor madurez y acercándonos a la posibilidad de encontrar la felicidad plena en nuestras vidas.
Es nuestra misión de amor para con nosotros mismos, ayudarnos a través de nuestras experiencias, para crecer y evolucionar como seres humanos.
Aceptar esta realidad y entender que cada experiencia vivida es como una misión de amor creada desde nuestro propio ser, con la sublime intención de tallar la piedra que parecemos, hasta lograr vislumbrar el hermoso diamante que en realidad somos, nos llena de paz, nos llena de amor y de comprensión hacia todo ese dolor que nos hemos creado.
En nuestro interior existe un maravilloso universo de tareas por realizar aun, hay tanto que aprender y tanto que crecer.
Si volvemos a nuestra relación sentimental, esa que se rompió, podríamos preguntarnos: ¿Cuánto amor real hubo en ella?, ¿Cuánto egoísmo?. Nuestra naturaleza esencial es el amor. Donde sentimos dolor, falta amor. Donde experimentamos tristeza hay ausencia de amor. Nosotros somos la fuente creadora de toda experiencia que vivimos, y si en ellas escasea el amor, terminará en dolor.
Sabrás que el amor es y será tu verdadera esencia.
Y no pararás hasta experimentarlo y sentirlo.
De pronto serás consciente que todas las experiencias pasadas
sí tuvieron un sentido muy amoroso, el de ayudarte a recordar,
a través de las experiencias físicas de muchos otros aspectos
de tu ser, que la opción más elevada y verdadera es
el AMOR.
(Anónimo).
El opuesto del amor, en este caso no es el odio. El opuesto del amor es el ego. El ego y sus ansias de poder, el ego y sus ganas de controlar todo, el ego que se convierte en Yo Soy, cuando nuestro Yo Soy verdadero es amor.
Cada camino que emprendemos desde el amor, no tiene otra alternativa que terminar en amor, mientras que cuando caminamos con nuestro ego como bandera, al final resurgirá el dolor.
Como caminar por la vida siendo fuente de amor
Como humanos tenemos la tendencia de querer que los demás cambien. Sentimos que es difícil amar a alguien así como es, y preferiríamos que fuera diferente. Esto es una prueba de que estamos más preocupados en nuestra propia felicidad y comodidad que del amor por los demás; buscamos nuestro propio bien.
“El que no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.” 1 Juan 4:8.
Todo lo que sucede a nuestro alrededor es un reflejo de lo que llevamos en nuestro interior. Todo lo que nos gusta, nos complace, nos da felicidad y nos permite compartir en alegría y en armonía, es un reflejo de esa parte amorosa que llevamos dentro.
Así, todo aquello que nos causa dolor, tristezas y mucho sufrimiento, es un reflejo de esos sentimientos negativos que se encuentran dentro de nosotros y que debemos sanar.
Siendo nosotros mismos la fuente creadora de nuestras experiencias, reconocer el amor y el dolor que llevamos por dentro, nos ayuda a comprendernos mejor, y sólo desde la comprensión de nosotros mismos podemos lograr el cambio.
Si hay algo que cambiar, definitivamente es dentro de nosotros mismos. Cada vez que nos encontramos con algo o alguien que nos genera malestar, hay que revisarnos con total honestidad, y reconocer
- ¿Qué, dentro de nosotros se opone a ese algo o a esa persona?,
- ¿Por qué me incomoda esta situación?
- ¿Qué debo cambiar dentro de mí?
Todas esas preguntas requieren respuestas sinceras, respuestas que nos permitan entender el problema para poder darle la mejor solución. Nadie cae mal por nada, siempre habrá una causa y ésta está dentro de nosotros.
Cada encuentro que experimentamos en nuestras vidas viene a darnos una lección, nada es mera casualidad, sino que siempre estamos en constante aprendizaje, y también en constante enseñanza.
Así como yo aprendo de mis experiencias con los demás, así los demás aprenden de sus experiencias conmigo, iluminando nuestras vidas de sabiduría y luz.
Hay que relajarnos y disfrutar plenamente cada experiencia que vivimos, dando lo mejor de nosotros mismos, sabiendo que cada una de ellas trae consigo la promesa de una bendición amorosa.
Es nuestra elección consciente, que cada nueva experiencia vivida vaya signada por el amor, o por el egoísmo. La primera nos premiará con bendiciones amorosas que nos brindaran momentos de felicidad, la segunda nos ensañará a través de la tristeza, el dolor y sufrimiento, todo aquello que en nuestro interior, sabemos que debemos aprender. Ambas experiencias son bendiciones, y en nosotros está elegir la etiqueta que debe llevar cada una de ellas.
Decidir vivir todas nuestras experiencias desde el amor, con comprensión, y una pequeña dosis de FE, utilizando nuestro poder interior, seguramente nos dará resultados amorosos, cargados de sentimientos positivos y de grandes aprendizajes para nuestra evolución espiritual.
Ser conscientes de que “yo soy la fuente creadora del amor o egoísmo que reina en mi vida”, nos permite recuperar el control pleno de nuestras vidas, nos libera de culpar a otros por las consecuencias adversas de nuestras acciones, y por sobre todas las cosas, nos permite elegir, nos pide decidir para nuestro bienestar, nos impulsa a despertar a nuestra realidad creadora, permitiéndonos ser dueños absolutos de nuestras vidas, de nuestras experiencias y de cómo queremos vivirlas.
A través de nuestras experiencias aprendemos también sobre El Poder del Amor y su maravillosa influencia en nuestras vidas.
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