Todos queremos un poco de aventura en nuestras vidas, y de acuerdo a la ciencia, las experiencias nos hacen más felices que las posesiones materiales, y es la clave para sentirnos verdaderamente realizados.
En los mundos desarrollados, el camino hacia la felicidad está pavimentado con un consumo desenfrenado. Perseguimos la felicidad con una tenacidad, igualada sólo por nuestro deseo insaciable de posesiones materiales y objetos, pero parece que lo hemos entendido todo mal.
Resultados del estudio: Las experiencias nos hacen más felices que las posesiones materiales.
En un estudio realizado en el año 2014, por el profesor de psicología Thomas Gilovich de la Universidad de Cornell, en relación al tema: Las experiencias nos hacen más felices que las posesiones materiales, descubrió que las aventuras y experiencias vivenciales, tales como los viajes, los conciertos o las excursiones, eran mucho más poderosas para dar forma a nuestras vidas y aumentar nuestra felicidad, que cualquier adquisición material.
En este estudio se afirma que son las experiencias vivenciales, singulares y novedosas las que enriquecen nuestras vidas, y forjan recuerdos que durarán toda la vida.
Datos obtenidos del estudio:
- Las experiencias vivenciales mejoran y fortalecen los vínculos sociales entre las personas.
- Las experiencias vivenciales forman una mayor parte de la identidad propia de cada individuo, que la obtención de bienes y posesiones materiales.
- Las experiencias vivenciales se evalúan de forma diferente, ya que invocan menos comparaciones que las compras de objetos materiales.
- Las amistades son una de las partes más importantes de una vida feliz, y compartir experiencias vivenciales con otros fortalece mucho más los lazos, que compartir posesiones.
De acuerdo con lo que dice Gilovich, «Así que podríamos definir que el valor de una historia, es mayor para las experiencias vivenciales que para las posesiones materiales. Nos sentimos más obligados a hablar de nuestras experiencias vivenciales y sacamos más provecho de ello». Compartir la misma experiencia vivencial que otra persona fomenta un sentido de parentesco, amistad, cercanía y comprensión mutua.
Compartir experiencias con otras personas fortalece los lazos de amistad, mientras que compartir posesiones, cómo por ejemplo tener el mismo auto, nunca podría hacer que los lazos se fortalezcan.
Este estudio también mostró cómo nuestra capacidad de adaptación puede chocar con el consumo.
A medida que crecemos, cambiamos y evolucionamos, también lo hacen nuestros deseos y necesidades, lo que puede resultar difícil cuando has depositado todas tus esperanzas en la satisfacción por la adquisición de un nuevo televisor.
Además de esto, también nos adaptamos más rápidamente a las compras materiales, quedando menos impresionados con ello con el paso del tiempo, mientras que en el caso de las compras de experiencias vivenciales ocurre todo lo contrario, demostrando así que las experiencias nos hacen más felices que las posesiones materiales.
Estos hallazgos desarrollan la paradoja de Easterlin, que postula que el dinero nos hace felices, pero sólo hasta cierto punto.
Una vez que se atienden las necesidades básicas, como la alimentación, el agua, la vivienda y un cierto grado de comodidad, el efecto de mayores riquezas más allá de esto es, sorprendentemente insignificante.
Lejos de ser una mera indulgencia, gastar dinero en experiencias más que en objetos físicos ayuda a profundizar nuestro sentido de identidad, porque forman recuerdos que fundamentalmente se convierten en parte de lo que somos, y entonces podríamos reconocer que las experiencias nos hacen más felices.
Por lo tanto, la próxima vez que decidas invertir en un nuevo equipo o en una nueva experiencia, Recuerda que las experiencias nos hacen más felices que las posesiones materiales.
Te invito a leer La Máxima Aspiración De Todo Ser Humano: ¡La FELICIDAD!. y descubre las 7 claves para hallarla.