Hoy traemos para ti 7 hábitos Zen que transformarán tu vida literalmente. ¿Alguna vez te has maravillado con esas personas que pueden estar en completa tranquilidad, pero en medio del caos total? ¿Esa gente que está… irrevocablemente en paz? ¿De quién es la paz interior que irradia mucho más allá de los acontecimientos de su entorno externo? Seguro que has conocido a algunos.
¿Sabías que estas personas no nacen con una predisposición genética a la serenidad? Ellos nacieron en el mismo cuerpo biológicamente humano que tu, es solo que logran conectar sus cerebros para hacer de estos hábitos zen su estado normal de ser.
Pero, ¿adivina qué? Tu también puedes hacerlo, sólo tienes que volver a entrenar la mente y volver a centrarte en el desarrollo de nuevos hábitos.
Tú paz interior, no depende para nada de la paz exterior. En medio del caos, puedes experimentar tranquilidad.
Afortunadamente, este artículo es para ayudarte a desarrollar estos pacíficos hábitos zen. Cuanto más te acuerdes de estos métodos sencillos, más rápido se convertirán en parte natural de ti.
7 Hábitos Zen que Cambiarán tu Vida Para Siempre
1. Respira
La respiración es muy importante. Cualquiera que sea tu situación, es esencial ser consciente del hecho de que tu mente y tu ritmo respiratorio están completamente enlazados, la respiración rápida y fuera de control resulta en una mente errática y fuera de control.
Por el contrario, una respiración más tranquila y controlada equivale a una mente más tranquila y controlada. Y todos nos damos cuenta de la importancia de una mente tranquila y controlada, especialmente cuando se trata de hábitos zen y de una vida pacífica.
Generalmente, siete respiraciones profundas, enfocadas y deliberadas serán suficientes. Este es el truco más simple y rápido; una vez que tú coseches los beneficios de este nuevo hábito Zen, te engancharás y muy pronto, te encontrarás haciéndolo naturalmente.
Crea una nueva historia para tu vida. Una nueva historia que se parezca a lo que quieres que sea.
2. Contar una nueva historia
Una de las maneras más profundas de hacer que los nuevos hábitos se adhieran es empezar a contar una nueva historia de ti mismo.
Si sigues diciéndote a ti mismo lo malhumorado que estás, pero a la vez anhelas calmarte, te estás contando a ti mismo la historia equivocada, ¿cómo puedes esperar seguir adelante cuando estás constantemente mirando hacia atrás?
Mira hacia adelante, y entra en un nuevo tú. Cuenta tu historia de la manera que quieres que sea, y se convertirá.
Afirmarte a ti mismo, diariamente:
- «Yo soy el (tu nombre) que contagia el amor a todo lo que encuentro.»
- «Yo soy el (tu nombre) que es tranquilo y resistente.»
- «Yo soy el (tu nombre) que ama más allá de la comprensión y es poderoso más allá de la imaginación.»
Puede que tu sonrisa provenga de tu alegría, sin embargo a veces tu sonrisa puede ser quién de vida a tu alegría.
3. Sonríe
¿Sabías que cuando sonríes, sin importar si fue generado externamente o no, tu cerebro da una fiesta feliz?
En términos científicos, el simple acto de sonreír libera neuropéptidos que combaten directamente el estrés. Las hormonas felices y pacíficas, como la dopamina y la serotonina, se liberan cuando tu hermosa sonrisa se extiende por todo tu rostro. Además, el cuerpo, la presión arterial y el ritmo cardíaco se relajan.
Así que, sí, cuando te sientes feliz, sonríes. Sin embargo, el simple acto de girar las esquinas de la boca hacia el sol, asumiendo que está en el cielo, puede crear una sensación de paz y felicidad.
Qué fantástico hábito diario para adquirir: simplemente sonreír. Tu sonrisa es mágica.
4. Reprogramar tu percepción del sufrimiento
El sufrimiento sólo es sufrimiento cuando es injustificado. Por ejemplo, si vas al gimnasio y haces ejercicio, la quemadura que sienten tus músculos es intensa y dolorosa, pero nunca piensas, «ahh, esto es sufrimiento» ¿Por qué no? Porque has justificado el sufrimiento, entiendes que la incomodidad que sientes actualmente significa que te estás haciendo más fuerte.
La forma en que percibimos el «sufrimiento», define la forma en que reaccionamos a el.
Por el contrario, cuando estás en la situación de, digamos, tener que mover muebles, sientes esta misma sensación de ardor en tus músculos. Sin embargo, esta vez, no te das cuenta de la fuerza que estás creando, y por lo tanto, te causa sufrimiento.
Te preguntas por qué el sofá es tan pesado, cuánto tiempo falta para que termine, y si realmente necesitas mudarte a una casa nueva. El sufrimiento está presente porque no has justificado la incomodidad; no has notado que te estás fortaleciendo por ello.
Cuando estamos incómodos, significa que estamos creciendo. Con esta mentalidad, por ejemplo, se puede percibir una larga cola en la oficina de correos como un maestro de la paciencia, en lugar de una horrible molestia.
Intenta cambiar tu perspectiva: estos no son atormentadores, son maestros. No estás sufriendo, simplemente estás creciendo, estás haciendo ejercicio en el gimnasio.
Este cambio de percepción es algo que los seres vivos pacíficos poseen; es lo que les permite sentarse en tranquilidad en medio del caos. Al crear este nuevo hábito de cambiar tu percepción, también te encontrarás en un estado de paz dentro de cualquier tormenta.
El contacto directo con el corazón de la naturaleza, nos permite limpiar nuestro espíritu. Sube una montaña, pasa un fin de semana en el bosque, ésta experiencia es muy liberadora.
5. Entra en la naturaleza
En nuestro mundo moderno, nos distraemos fácilmente: los medios de comunicación, las pantallas, Internet, la televisión, las vallas publicitarias, la gente que quiere nuestra atención, el ruido constante, el desorden mental constante. Esta distracción de nosotros mismos, y del mundo como realmente es, nos hace estar tan desconectados y, en general, un poco agotados.
En este caso, lo mejor es desconectarse.
Adéntrate en la naturaleza. Lárgate o siéntate. Apaga el teléfono. Apaga tu música. Escucha el sonido del río y deja que sus serenas melodías te quiten el desorden de tu mente. Ábrete de vuelta al mundo. Siéntate en silencio hasta que sientas que el alma del mundo respira a tu alrededor. Resensibilízate a la vida y a la belleza que te rodea.
Este es un increíble hábito zen para adoptar. Ya sea que seas capaz o no de convertirlo en un hábito diario, hazlo tan a menudo como puedas.
6. Estar presente
«Dondequiera que estés, sé TODO allí.» – Jim Elliot
Casi siempre, mantenemos un pie en el futuro y un pie en el pasado. Esta postura incómoda nos hace perder el momento presente. Esto debe arreglarse tan a menudo como sea posible, más allá de un simple hábito cotidiano.
Tan a menudo como puedas, mira a tu alrededor. Despeja tu mente. ESTÁ AQUÍ AHORA.
Te vas a perder este momento. Respira hondo.
7. Medita
Estos últimos 3 hábitos zen son todos del mismo reino de reconexión – al mundo, al momento presente, y a tu alma. Por supuesto, la meditación es un hábito zen. Lo más probable es que tú también supieras que estaría aquí. Mediación y vida pacífica son sinónimos.
Con este tipo de conexión profunda contigo mismo, la paz interior es inevitable. El mundo exterior difícilmente te pondrá en fase porque pronto te darás cuenta de cuán increíblemente poderoso es estar conectado con tu ser superior.
La meditación no tiene que significar sentarse en una almohada especial con música de flauta nativa americana, incienso y velas (aunque todo eso suena bastante bien). La meditación puede ser cualquier cosa.
Es simplemente tiempo de que te conozcas a ti mismo, de que estés contigo mismo. Es hora de sentirte a ti mismo mientras tus pulmones respiran y tu corazón late.
Meditar es escuchar y reconocer tu charla mental, o calmarla.
Puedes estar haciendo yoga, puedes estar corriendo, puedes estar lavando los platos, perderte en un trance de baile con música techno, puedes estar sentado entrecruzando puré de manzana con cuencos tibetanos y palo santo. . . Sea lo que sea, es presencia, y es conocerte a ti mismo, esencial para una vida verdadera y pacífica.
Una vez que inicies la aplicación de éstos sencillos hábitos Zen, comenzarás a notar cómo la tranquilidad y la paz interior comienzan a formar parte de tu estado del ser, sin esfuerzos, de manera espontánea y con ello traerás a tu vida la atención y estado de consciencia plena que necesitas para dar al mundo lo mejor de ti como ser humano.
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