En éste espacio, en el que he escrito muchos artículos sobre consciencia, crecimiento espiritual y evolución del ser humano, siento que me hace falta escribir algo sobre el nivel de evolución en la consciencia del venezolano.
En la actualidad vivimos días duros, días en los cuales la gran mayoría hemos elegido de forma consciente, continuar dando lo mejor de nosotros. Hemos elegido salir cada mañana con una actitud positiva, a dar lo mejor de cada uno en la actividad diaria que nos corresponde realizar, para poder satisfacer nuestras necesidades más básicas.
El estado de consciencia del Venezolano está en pleno proceso de evolución.
La evolución de la consciencia del Venezolano:
Recuerdo claramente nuestra condición de vida hace algunos años atrás. Eran momentos en los que vivíamos nuestro día a día cumpliendo con nuestras actividades de forma responsable. Cada quien en constante desarrollo, poniendo todo de sí en el desempeño de su profesión, y recibiendo por ello una remuneración justa.
Suficiente para satisfacer todas las necesidades, además de permitirnos ciertos lujos, y frecuentes momentos de diversión y esparcimiento, donde la familia en pleno se reunía a compartir los platos tradicionales y las bebidas típicas, mientras los niños corrían jugando tras su pelota favorita.
Eran días donde sobraba la comida, tanto así que mucha se convertía en desperdicio. Sobraba el tiempo para ir al cine, sobraba el dinero para un nuevo traje, o un nuevo calzado, y hasta para un viaje. Necesidades tan simples cómo las higiénicas estaban sustentadas en los mismos ingresos, así como la coquetería y la belleza.
No nos faltaba nada. Materialmente estábamos satisfechos con nuestros logros, y siempre prestos a tener más. Hermosas casas, carros nuevos, seguros privados, spa, aguas termales, playas, llanos, montañas, picos nevados, los puertos. En fin, toda una gama de opciones para llevar nuestras vidas de la forma más maravillosa imaginable, y sin embargo en el fondo, era una pobre vida.
La consciencia del venezolano, no había evolucionado al punto de valorar todas esas maravillas, además de disfrutarlas.
Disfrutamos de mucho, pero no valoramos nada.
No había en la consciencia del venezolano suficiente claridad en cuanto a todas las riquezas con que contaba nuestro país. Si sabíamos del petróleo, del oro, del diamante, de todo. Pero saberlo y no valorarlo, era ignorarlo.
Nunca pensé en Venezuela, como la hermosa y radiante fémina que es. Nunca pensé en Venezuela, como la madre que es. Sí, estaba orgullosa de ser venezolana, pero dentro de mí no existía la consciencia de la grandeza inmensa que nuestra patria representa verdaderamente a nivel universal. Nunca como hoy, estuve realmente consciente de lo afortunada que soy de ser venezolana.
El aprendizaje del Venezolano para elevar su nivel de consciencia:
Por estos días, la experiencia dolorosa que compartimos, nos ha hecho ver más allá de nuestro ego. Hemos empezado a ver más allá de nuestra propia nariz.
Hoy hemos aprendido a valorar lo que tenemos, hemos aprendido a valorar los alimentos, a no dejar desperdicios. Hoy hemos aprendido que el orgullo de tener con que cubrir las necesidades más básicas, no es más importante que la Fe, de hecho, no es más importante que la esperanza en que sí podemos cambiar con las circunstancias para ser cada día mejores personas.
Estoy segura que en el corazón de cada venezolano que permanece aun en el país, está encendida la llama de lo posible, en cada uno de nosotros está la semilla de la oportunidad para salir adelante.
Los venezolanos estamos aprendiendo a ser mejores hermanos, mejores vecinos, mejores ciudadanos.
Apoyados unos en otros, fortaleciendo el amor y la comprensión en las parejas, en la familia, permaneciendo unidos todos en un sólo objetivo, abrirnos como flor de loto con sus hermosos pétalos, para absorber toda la enseñanza que ésta experiencia nos está dejando.
Dejándonos tallar cómo piedra, hasta llegar a descubrir el hermoso diamante que se esconde tras la superficie dura y rocosa, para surgir cómo el Ave Fénix.
Permitiendo que ésta experiencia nos abra a un nivel de consciencia espiritual más elevado, sin dar tanto valor a lo material, para así, todos unidos cómo la gran familia que somos, lograr ver la luz radiante de nuestro nuevo amanecer.
La esperanza que late en el corazón de cada Venezolano
Hoy, a pesar de las carencias, en nuestro interior sabemos lo que nos está pasando. En nuestro interior creemos fervientemente en un futuro muy cercano, en el que juntos comenzaremos a elevarnos. Juntos haremos la gran diferencia.
Juntos y unidos por una misma fuerza, la fuerza del amor, lograremos alzar nuestras cabezas, enderezar nuestras espaldas, limpiar nuestras rodillas, secar nuestras lágrimas de tristeza y de angustia, para reemplazarlas por lágrimas de felicidad.
Juntos nos levantaremos, porque espiritualmente estamos de rodillas ante DIOS, ante la creación. Estamos de rodillas ante el maravilloso poder creador del universo, postrados ante nuestros maestros, reconociendo su grandeza y su poder, ese poder que nos dará una patria nueva, una patria santa.
Hoy, el nivel de evolución en la consciencia del venezolano que permanece en su hogar, con su familia, dando lo mejor de sí a pesar de las circunstancias, es el de un guerrero de la luz.
Hoy, la Fe y la esperanza arden con intensidad en nuestros corazones, y desde esa unión espiritual, estamos irradiando amor incondicional hacia nuestra madre patria.
Ya no gritamos, pero no porque hayamos perdido la voz. Ya no peleamos en el plano físico material, pero no porque tengamos temor de ser abatidos. Hoy nos invade un silencio profundo, el silencio del que se sabe vencedor. El silencio de quien se sabe triunfador.
Hoy nos expresamos desde el silencio, ese silencio desde donde observamos con un estado pleno de consciencia, la victoria y el éxito que es resultado natural de todas las luchas y batallas que pelean las almas de Fe.
Hoy los venezolanos sabemos quiénes somos, donde estamos y a donde vamos.
Nuestros hijos, la diaspora venezolana
Mi país, en nuestros tiempos de bonanza, era tan solo un minúsculo pedazo de tierra que se perdía en la inmensidad del mundo. Ubicada al norte del hemisferio sur, con el mar Caribe al frente y con la espuma del mar como corona. Pero ahora mi país es otra cosa.
Mi país dejó de ser minúsculo, ya no está en el hemisferio sur. Mi país está conformado por cada rincón del mundo a donde hemos emigrado. Mi país está en el corazón de cada venezolano que emigró buscando un mejor futuro, y la posibilidad de poder apoyar económicamente desde la distancia a sus seres amados.
Mi país está en todo el mundo. Mi país está en el profundo e incondicional amor que irradia desde el corazón de cada emigrante, que sin importar tiempo ni distancia, lleva a su hermosa patria tatuada en el alma, la siente y la llora con profundo dolor.
Mi país está en el mundo entero, porque desde cada rincón de éste planeta, mi Venezuela está siendo «profundamente amada, valorada, respetada y bendecida» desde el nuevo nivel en la consciencia del venezolano.
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