La piedra mágica filosofal representa una vieja historia sobre la ceguera mental, que ha condenado a muchas personas a lo largo de la historia de la humanidad.
Se dice que en una tierra lejana habitada por sabios, tenía varios alquimistas. Uno de ellos quiso descubrir la piedra filosofal. La leyenda dice que esta piedra podía convertir cualquier metal en oro.
El alquimista no quería hacerse rico. Quería ganar un desafío que nadie podía resolver. Pasó sus días y noches estudiando los misterios de la naturaleza durante muchos años. La historia de la ceguera mental nos dice que después de 13 años, el alquimista logró su objetivo.
Al principio le fascinó su descubrimiento. Se las había arreglado para encontrar la Piedra Filosofal, algo que nadie había logrado hacer antes que él. Sin embargo, desde que había logrado su objetivo, ya no estaba pendiente de la piedra, y perdió el interés en ella.
Durante un viaje, sin dudarlo, tiró la piedra filosofal al borde de un camino. Esta ya no le interesaba más, así que pensó que alguien más la encontrará.
«Tienes más cualidades de las que crees, pero para saber si tus monedas son de oro, debes rodarlas, circularlas. Pasa tu tesoro. -Gregorio Marañón-
El primer paso en la historia sobre la ceguera mental:
La noticia llegó a oídos de algunos locales. El rumor comenzó a circular. Se extendió a otro país lejano, donde un hombre se quejaba profundamente de su pobreza y soledad. Cuando supo que el alquimista había abandonado la piedra filosofal en un camino común, ya no pudo dormir.
Cada noche se imaginaba cómo sería su vida si pudiera encontrar la famosa piedra. No tendría necesidades y ya no viviría en soledad. Todos saben que los hombres ricos tienen muchos amigos y son apreciados por todos los que los rodean.
El hombre concluye que esta era la gran oportunidad de su vida. Cualquiera que fuera el precio a pagar, estaba listo para buscar y encontrar la piedra del filósofo. Impulsado por este deseo, puso sus pertenencias personales en una bolsa y comenzó un largo viaje al amanecer. Le tomó dos meses llegar a la tierra de los sabios y, una vez allí, comenzó a buscar la piedra.
Un viaje difícil:
El hombre comenzó su búsqueda en la parte norte del país. Caminó todo el día hasta que cayó cansado. Recogió todas las piedras que vio en el camino y luego las frotó contra la hebilla de su cinturón de acero. Después esperaba un momento y si no pasaba nada, continuaba su camino.
El camino fue realmente difícil. A veces encontraba cientos de piedras en la misma pila. El hombre tenía que probarlas todas. Algunos días ni siquiera podía caminar una milla o dos. Pero la historia sobre la ceguera mental nos dice que este hombre estaba más que decidido a lograr su objetivo.
Pasaron los días, luego semanas y meses. Sin siquiera darse cuenta el hombre, pasaron ocho años. A veces parecía un robot. Siempre hizo lo mismo: mirar el piso, buscar piedras y frotarlas una por una.
La lección de la piedra:
Un día, mientras caminaba y repetía los mismos gestos, se sentía cansado. Decidió sentarse a descansar a la sombra de un hermoso árbol. De repente, miró la hebilla de su cinturón y sus ojos se iluminaron: se había convertido en oro.
No creyó lo que sus ojos veían… Saltó de alegría y bailó, gritando «¡Lo logré! ¡Lo logré! «.
Sin embargo, no se había dado cuenta del momento en el que la hebilla de su cinturón había transmutado de hierro a oro. Esto puede haber ocurrido recientemente, o hace mucho tiempo… ¿La piedra filosofal podría haber actuar al instante o necesitaba algún tiempo? El hecho es que no tenia certeza de nada.
¿Qué piedra del camino había creado este efecto sobre el metal? Permaneció congelado. Luego miró hacia atrás y vio varias pilas de piedras que acababa de desechar. ¿Cuál fue la piedra milagrosa?
La piedra filosofal y la ceguera mental:
Entonces se dio cuenta de que no había prestado atención a lo que había estado haciendo durante mucho tiempo. Realizó las mismas tareas mecánicamente, cansado y sin mucha esperanza. Esto le había impedido ver el milagro que había ocurrido.
Estaba en el camino correcto y al mismo tiempo estaba perdido. La historia de la ceguera mental termina al decirnos que el camino que nos lleva a buscar la felicidad en algo externo es arduo e ingrato, al igual que el camino que se recorre sin prestar atención a las vivencias.
La felicidad está en todos lados y en cualquier parte, y justo la vemos si mantenemos nuestra atención en cada instante de nuestra vida.
A veces miramos hacia atrás y nos percatamos de que tuvimos la felicidad en nuestras manos, pero no la supimos reconocer ni apreciar, por lo tanto no la disfrutamos debidamente y la dejamos pasar.
La ceguera mental está en vivir en automático y no saborear cada instante de nuestro camino por la vida. Vivir persiguiendo ciegamente un objetivo sin disfrutar de cada momento del camino. Al fin y al cabo, la piedra filosofal es la capacidad que podemos tener de convertir cada instante en una joya mágica!
Te invito a leer Cruzar el Río, una antigua historia Zen sobre la importancia del desapego.