Siempre ha existido una confusión generalizada, sobre todo en occidente, con respecto a la imagen de Buda y lo que representa para los budistas.
Lo cierto es que Buda no es un dios ni es un profeta, no lo fue en términos históricos y en la actualidad tampoco se le dan esos atributos. Gautama Buda nunca se declaró como un ser divino, fue un ser humano como cualquiera de nosotros que alcanzó la iluminación a través de la profunda meditación.
La imagen de Buda real es la de un ser iluminado:
El Buda fue un ser humano que deseó profundamente conocer la verdad detrás del sufrimiento, y a través de esfuerzos conscientes, se conectó con el todo y transformó su conciencia, trascendiendo su limitación humana al crearse en él un nuevo orden de Ser, lo que se llama «un ser Iluminado»
El estado de Iluminación que alcanzó Gautama buda tiene tres facetas:
1. El estado de «Sabiduría», al lograr ver las cosas como realmente son.
2. Desarrollar una gran fuente de «Compasión» o Amor que se manifiesta en el mantener actividades constantes para el beneficio de todos los seres vivos.
3. La liberación total de las energías de la mente y cuerpo para ponerlos al servicio pleno de la consciencia.
La palabra Buda no es un nombre, es un título o un epíteto que significa «alguien que está despierto» en el sentido de haberse «despertado a la realidad».
Desde el punto de vista del budismo, el buda es un ejemplo a seguir, no una deidad ni un enviado de ningún dios a quien haya que venerar. El dedicó su vida a la observación de sí mismo, a la comprensión del microcosmos como un fragmento del todo.
Buda llegó a comprender por su propia experiencia la naturaleza de la existencia y de la relación entre el individuo y la totalidad.
En el budismo, no hay discusión sobre un dios ni sobre la existencia de alguien que dirige tu vida. Sin embargo, existe una exploración interna y una práctica que busca integrar la consciencia «al todo» en el momento presente, rompiendo las barreras que establecemos por nuestras limitaciones mentalmente impuestas.
Nuestra percepción ante todo lo que cohabita con nosotros en un mismo instante, nos integra como un todo al universo mismo.
Todas las enseñanzas que el Buda dejó para nosotros, fueron adquiridas por él gracias a su disciplina y a su dedicación humana, ya que logró llevar su cuerpo y su mente hasta los límites más extremos para comprender luego que la autoflagelación solo es una barrera… pues el hambre, por ejemplo, no permite concentrar la mente en la realidad misma.
Su comprensión del sufrimiento y de las causas del sufrimiento llegó a él gracias a la observación y comprensión de su propio sufrimiento y las causas que lo provocan.
La compasión del Buda no es la compasión de uno hacia los otros, es la compasión de uno por el todo que está insertado en cada ser vivo por separado. Es decir, es la compasión de uno por uno mismo que es el todo.
¿Pero por qué existen estatuas de Buda?
Existen estatuas y representaciones del Buda que son veneradas y a las que se le hacen ofrendas, sin embargo estas figuras sólo son símbolos de lo que representa el Buda, creadas por el hombre, no como figura histórica sino como un reflejo de cada individuo y de cada ser vivo interconectado con los otros y con el absoluto.
Cada Figura del Buda es una representación y un recordatorio de nosotros mismos como un fragmento y una extensión del todo.
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En los países de Oriente es una costumbre universal hace una reverencia física a una persona para mostrarle respeto. Cuando alguien se postra ante una estatua del Buda, no está venerando al personaje histórico que se iluminó bajo el árbol… más bien se está mostrando tal como es ante el universo entero.
Su reverencia representa la comprensión de la unión entre uno y todo, y el profundo agradecimiento por la posibilidad de estar vivo y lograr trascender.
La imagen de Buda representa un espejo que refleja al universo mismo que somos en realidad, un recordatorio de nuestra naturaleza infinita.
Es como cuando agradecemos a otro ser, o incluso solo lo saludamos con una reverencia, ya que estamos comprendiendo nuestra esencia como una extensión de ese otro «yo» que está separado de mí solo por unas condiciones perceptuales y solo por una fracción de segundo en tiempo universal.
Los budistas no adoran a «El Buda», simplemente creen en la condición búdica de cada ser… y en la totalidad universal.
Buda somos todos los seres, toda la materia, animada e inanimada, consciente e inconsciente. En el budismo zen no existe el concepto de dios como algo separado del individuo, ni como algo que obra sobre el individuo.
En el budismo Zen es normal inclinarse ante el cojín de meditación antes de usarlo, como muestra de gratitud. Así que el acto de veneración al Buda no tiene nada que ver con divinidad: es simplemente una forma de expresar estimación y agradecimiento a otro ser humano que uno considera su maestro o su ejemplo a seguir.
Se puede considerar la imagen de Buda de dos maneras:
En primer lugar las puedes comprender como un símbolo del Buda histórico y sus logros espirituales. En este caso reverenciar la estatua es una muestra de estima.
La otra forma de ver una imagen del Buda es contemplarla como un símbolo de tu propia iluminación. Cualquier día tu también puedes llegar al estado de Buda.
En este caso, reverenciar la estatua es una forma de conectar emocionalmente con tu propio potencial espiritual ilimitado.
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